Estimado André,
Los musulmanes estuvieron en la Península Ibérica casi ochocientos años y en esos años pasó de todo: momentos de muchísima tensión y persecuciones por ambas partes y momentos de coexistencia pacífica entre las tres religiones monoteistas.
En el califato de Córdoba también pasó de todo porque cada califa tenía su forma de actuar. Hubo momentos de persecuciones y hubo momentos de colaboración hasta incluso con los obispos católicos.
A San Pelayo le tocó vivir en uno de los peores momentos y fue moneda de cambio entre unos y otros. Pagó las consecuencias porque predominó en él su fidelidad a Cristo.
Por: Antonio Barrero
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